El cuerpo tiene varias maneras de darnos señales cuando existe un problema. El dolor es
por excelencia el aviso que no podemos ignorar; puede ser constante, provocado por
movimientos o punzadas ocasionales, y en este caso nos enfocamos en los problemas
dentales. Este dolor que se manifiesta nos alerta para que tratemos con cuidado la zona
afectada, que en tiempos modernos tenemos la fortuna de tener posibilidades para tratarla.
Los dientes surgen y tienen nervios que mandan la señal de dolor, además de contar con
flujo sanguíneo. Están formados por:
a) Esmalte. La cubierta exterior del diente, que en realidad es la sustancia de mayor
resistencia en nuestros cuerpos. Es la barrera exterior que protege al diente contra la caries
y ácidos. La desventaja es que no tiene propiedades regenerativas, por lo que debemos
cuidarla con limpieza adecuada y visitas regulares al dentista para revisiones y limpieza.
b) Dentina. Son las células vivas del diente, debajo del esmalte, cuyo trabajo es proteger la
pulpa del diente y tiene comunicación con los nervios del diente. Una vez que el esmalte se
desgasta lo suficiente, exponiendo la dentina, se pueden producir esos dolores punzantes
que asociamos a la caries o a dientes sensibles.
c) Pulpa. Es el núcleo de tu diente, que contiene vasos sanguíneos, nervios y tejidos.
Gracias a la pulpa el diente recibe humedad y nutrientes, de lo contrario se convertirían en
huesos secos.
La salud de un diente depende de que todas sus partes estén en buen estado, provocando
un efecto dominó cuando algún aspecto falle. La caries y la erosión dental son de las
principales causas por las que podemos sufrir dolores dentales. La caries que es provocada
por bacterias va poco a poco dañando a los dientes con su ácido; al comer alimentos
azucarados fomentamos su desarrollo. Sobre la erosión, entre sus causas están los ácidos
encontrados en algunas bebidas y alimentos, o por el ácido estomacal que pueda llegar a la
boca.
Una vez que nuestra protección de esmalte se pierde, la dentina estará expuesta a todos
los elementos dañinos que podamos ingerir y a los cambios de temperatura. Una vez que
las bacterias llegan a las capas internas del diente, éste manda las señales de alerta,
tratando de llamar nuestra atención para que hagamos algo al respecto pues las infecciones
y/o inflamaciones están afectando al tejido vivo del diente.
El dolor en las encías, causado por bacterias que se pasan debajo de la encía, puede imitar
el dolor de diente. El sistema inmunológico causa que se inflame la encía, que con ello nos
puede producir molestias y mal aliento.
Por más dedicación y aditamentos para limpieza dental utilicemos, nuestros enemigos son
microscópicos y los remanentes de la placa podrían formar sarro. Los remedios caseros
pueden hacer más daño que bien, por lo que la recomendación será siempre la de que
acudas a revisión profesional.
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